domingo, 25 de enero de 2015

Blanco


Montse

Si está muerta, pensé, nunca la encontraré en esta blanca lluvia de luna en el mar blanco, con la espuma lamiendo la pálida, pálida arena como un gran shampú. Casi siempre, los que se suicidan de una puñalada o un balazo en el corazón se descubren cuidadosamente el pecho; el mismo impulso extraño generalmente incita a los que se suicidan en el mar a ir desnudos.
Un poco más temprano, pensé, o un poco más tarde, habría sombras para las dunas y el ímpetu jadeante del oleaje. Ahora la única sombra real era la mía, una cosa diminuta a mis pies, pero tan negra como para alimentar la negrura de una sombra de dirigible.
Un poco más temprano, pensé, y habría podido verla caminar en la orilla plateada, buscando un lugar solitario para morir. Un poco más tarde y mis piernas se rebelarían contra este trote lento en la arena, la arena enloquecedora que no podía frenar y no quería ayudar a un hombre apurado.
Theodore Sturgeon, Un plato de soledad

Los colores tienen energía, significados, poder. A mi me gustan los colores llamativos, luminosos. El blanco no es mi color, aunque intento incorporarlo a mi vida -bien en ropa, bien en objetos que me rodean- pues empiezo a encontrar la calma y serenidad que se asocia habitualmente con este color.

Es cierto que también es el color de la pureza, de la inocencia; y en ese sentido reconozco que lo rechazo un poco, pues no puedo evitar sentir la hipocresía que a veces acompaña a bautizos, comuniones y bodas (los tres acontecimientos sociales que se vinculan con la pureza y con el blanco), que son más celebraciones de cara a la galería, tributo a la vanidad, que ritos para honrar la inocencia y la pureza (que, en el caso de las bodas, considero que en absoluto tiene que ver con la virginidad, sino con la lealtad, la entrega, el compromiso...).

Es curioso cómo algunos colores pueden provocarnos emociones, sólo por lo que sabemos de ellos, por su simbolismo ¿seríamos más puros si fuéramos desconocedores de lo que significan? ¿nos sentiríamos más sanamente influídos por ellos si no tratáramos de racionalizar siempre, de buscar un sentido a las cosas, de resistirnos a dejarnos ir?

Ese es de mis propósitos de aprendizaje de este año, olvidarme de mis ideas preconcebidas sobre tantas y tantas cosas -especialmente sobre mi misma- y dejarme llevar por mis impresiones y sentimientos "más primitivos", más emocionales, menos procesados por la mente... Incorporar la pureza y la inocencia del blanco, como vía de lograr la serenidad.

Para terminar, una canción que siempre me ha gustado; la oí mucho hace años, en un momento en que no pasaba por una buena racha y me ayudaba a centrarme en mi, a salir de mis pensamientos circulares, casi como provocándome un trance. Y habla del mar, uno de los lugares en los que siempre encuentro la calma

Canção do Mar, de Dulce Pontes




3 comentarios:

  1. Hermosa foto. Tanto como la canción (cuánto tiempo sin escuchar a Dulce Pontes, ay).

    Besos.

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    1. Gracias <3 Dulce Pontes siempre me ha parecido muy intensa, y la reservo para momentos especiales. Esta canción me parece mágica

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