jueves, 22 de diciembre de 2016

¡Oh, no! Llegó la Navidad...



Montse


«¡Feliz Navidad, tío; que Dios lo guarde!», exclamó una alegre voz. Era la voz del sobrino de Scrooge, que apareció ante él con tal rapidez que no tuvo tiempo a darse cuenta de que venía.
«¡Bah! -dijo Scrooge-. ¡Tonterías!» El sobrino de Scrooge estaba todo acalorado por la rápida caminata bajo la niebla y la helada; tenía un rostro agraciado y sonrosado; sus ojos chispeaban y su aliento volvió a condensarse cuando dijo: «¿Navidad una tontería, tío? Seguro que no lo dices en serio.»
«Sí que lo digo. ¡Feliz Navidad! ¿Qué derecho tienes a ser feliz? ¿Qué motivos tienes para estar feliz? Eres pobre de sobra.»
«Vamos, vamos»-respondió el sobrino cordialmente-. «¿Qué derecho tienes a estar triste? ¿Qué motivos tienes para sentirte desgraciado? Eres rico de sobra.
Scrooge no supo repentizar una respuesta mejor y dijo otra vez: «¡Bah!» -y siguió con- «¡Tonterías!».
«No te enfades, tío», dijo el sobrino.
«¿Cómo no me voy a enfadar» -respondió el tío-, «si vivo en un mundo de locos como éste? ¡Felices Pascuas! ¡Y dale con Felices Pascuas! ¿Qué son las Pascuas sino el momento de pagar cuentas atrasadas sin tener dinero; el momento de darte cuenta de que eres un año más viejo y ni una hora más rico; el momento de hacer el balance y comprobar que cada una de las anotaciones de los libros te resulta desfavorable a lo largo de los doce meses del año? Si de mí dependiera -dijo Scrooge con indignación-, a todos esos idiotas que van por ahí con el Felices Navidades en la boca habría que cocerlos en su propio pudding y enterrarlos con una estaca de acebo clavada en el corazón. Eso es lo que habría que hacer».
Cuento de Navidad, Charles Dickens
(Alba, 1997) 

Llegan las fiestas navideñas y lo que -para algunas personas- es motivo de alegría, felicidad y calorcito en el corazón, para mi es motivo para volverme casi bipolar, fluctuando entre la alegría por todas las cosas buenas que asociamos a estas fechas, y el hastío que me producen las realidades que son también propias de estas entrañables fechas (sin ir más lejos, el lenguaje cursi, ñoño, que se utiliza para referirse a todo lo que rodea las fiestas)

Y este post navideño va dedicado especialmente a lo que me enerva de estos días. No son muchas cosas, pero sí las suficientes para que me pongan de un humor raro, para que se me despierte el espíritu Grinch, y que, por momentos, sólo desee encerrarme en casa desde principios de diciembre hasta el 2 de enero.
  • Que la campaña de Navidad comience cada vez antes. Entiendo a los comerciantes; muchos de ellos salvan el año completo con las ventas de esta época. Pero no puedo evitar pensar que el Espíritu de la Navidad -ya sea el de las pasadas, las presentes o las futuras- debe estar llorando en alguna esquina, porque nadie le recuerda.
  • Las calles abarrotadas de gente; que no puedas dar ni un paso; vayas a donde vayas; sea la hora que sea. Lo que implica gastar y gastar, como si no hubiera un mañana. 
  • La musica navideña sonando a todo trapo por todas partes. De verdad ¿a nadie más le asaltan los instintos asesinos depués de oir el Jingle bells por quinta vez en un plazo de media hora, o 500m? ¿Cantado por los Pitufos?
  • Y la felicidad impostada; la alegría porque toca; la hipocresía de quien te da un abrazo y te felicita las fiestas... cuando hace apenas una semana te estaba poniendo la zancadilla delante de unas escaleras... Esos felices fiestas que suenan mecánicos y vacíos, de tantas veces dichos, y tan pocas sentidos.
Supongo que hacerse adulta, en una sociedad consumista como la nuestra, significa renunciar a la magia de la Navidad, y eso es lo que en realidad duele...

Termino con 2 videos en vez de uno (¡estamos en Navidad, hay regalos!). El primero, probablemente, la canción navideña con más fracasados por acorde de la historia musical.  Fairytale of New York, de The Pogues. La calidad del video no es muy buena, pero creo que es interesante saber qué dice la canción (para que no quede sólo como una alegre tonada de reminiscencias celtas, en la que se escucha muchas veces la palabra Christmas)
 
El segundo, irónico y divertido, de uno de los personajes más irreverentes y antiNavidad de Love Actually (2003), esa genial película sobre lo que es la Navidad. Lo bueno y lo malo, el amor, la paz, la falsedad, la alegría, los sueños... La vida...

Prometo que habrá otro post en el que hable de lo que sí me gusta de estas fechas :-)

domingo, 19 de junio de 2016

Ser pareja



Montse

A partir de ese momento bromearon entre ellos recurriendo a unas fórmulas que no comprendía y me dejaban de lado. Y de repente los vi como una pareja enamorada, muy feliz, con un secreto propio tan secreto que incluso ellos mismos desconocían. Volví a ver el patio de cuando éramos niñas. Volví a ver a Lila y a Enzo mientras rivalizaban por obtener la mejor nota en aritmética ante los ojos del director y la Oliviero. Volví a verlos mientras él, que nunca lloraba, se desesperaba por haberla herido con una piedra. Pensé: Su manera de estar juntos proviene de lo mejor del barrio. Tal vez Lila tenga razón en querer regresar.
Las deudas del cuerpo, Elena Ferrante
(Lumen, 2014) 

En mi proceso de desarrollo personal, estoy realizando con una amiga un trabajo de exploración emocional. Me invita en estos días a reflexionar sobre las relaciones de pareja. Comparto en el Blog lo que pienso y siento sobre este tema, pues contarlo es otra forma de realizar este trabajo.

¿Qué es para mi una relación sana de pareja?

Aquella en la que priman el respeto, el amor y la individualidad de cada uno. En la que cada componente de la pareja tiene su propio espacio personal (tanto físico -una habitación/casa, zona propia-  como metafórico: sus amigos, sus horarios, sus aficiones, su ideología, sus valores y principios...)

Una relación en la que también haya espacios compartidos y deseo de compartirlos, pues no sólo somos amigos que nos queremos.

Una relación en la que el afecto se muestre y demuestre cada día, con abrazos, caricias, besos, miradas, buenas palabras, sonrisas, apoyo, aceptación.

Es también un espacio de aprendizaje y de puesta a prueba; una oportunidad para conocernos mejor, de crecer juntos. Aceptando que, con los años, ese crecimiento puede conducirnos a llevar caminos separados, pues nunca dejamos de ser personas individuales.

Es una relación en la que las penas, la tristeza, los problemas, también están presentes; sin convertirlos en un lastre o en un arma arrojadiza. La vida, a veces, nos duele, y es bueno tener la capacidad de saber si en un momento concreto tu pareja necesita que la apoyes dándole consuelo o dándole espacio.

La pareja sana es aquella que disfruta junta de la vida, porque cada uno de sus componentes es capaz de disfrutar por separado.

Es la que se demuestra amor, cariño, afecto, con cada gesto, palabra, decisión; no sólo con el sexo (que también).

Es la que respeta la decisiones, pensamientos, ideas, creencias del otro, aunque no siempre los comparta. La que se apoya mutuamente a lo largo del camino que han decidido seguir juntos, porque es una decisión libre que  renuevan a cada paso.

¿Es, por tanto, la pareja perfecta del cine y la literatura, la del y fueron felices y comieron perdices?

No, la vida no es así de fácil. De hecho, los cuentos, las películas, terminan justo cuando la pareja decide iniciar su camino en común, porque lo que viene después es menos fotogénico.

Hay altibajos en la relación (porque los tenemos con nosotros mismos); hay momentos, épocas, que pueden ser monótonos o aburridos, tensos, estresantes, tristes. Hay días en los que te preguntas qué es lo que viste en esa persona que es tu pareja y a la que -hoy- no reconoces.

Y también hay días en los que -sin saber cómo ni por qué- vuelves a enamorarte. No como la primera vez, sino con el amor, la experiencia, el deseo de lo ya vivido y que es una promesa de lo que queda por vivir. Un enamoramiento más profundo, más intenso, más sabio.

Son esos re-enamoramientos los que te confirman que sí, que quieres seguir tu camino junto a esa persona, que sigue valiendo la pena. Por un día más.

Como es habitual, termino mi entrada con una canción. Let's call the whole thing off (Dejémoslo correr, en una traducción libre), de los hermanos Gershwin, George e Ira. En este caso cantada por Willie Nelson y Cyndi Lauper ¿pueden dos artistas tan diferentes entre sí, sonar mejor? Eso es ser pareja, seguir siendo uno mismo en un proyecto de dos.

At the Gershwin Prize Award show won by Willie Nelson, November 19, 2015