domingo, 30 de agosto de 2015

Rojo




  Montse 

Me levanto de la silla, doy un paso hacia la luz del sol con los zapatos rojos de tacón bajo, pensados para proteger la columna vertebral pero no para bailar. Los guantes rojos están sobre la cama. Los cojo y me los pongo, dedo por dedo. Salvo la toca que rodea mi cara, todo es rojo, del color de la sangre, que es lo que nos define. La falda es larga hasta los tobillos y amplia, recogida en un canesú liso que cubre el pecho, y las mangas son anchas. La toca blanca es de uso obligado; su misión es impedir que veamos, y también que nos vean. El rojo nunca me sentó bien, no es mi color. Cojo la cesta de la compra y me la cuelgo del brazo.
El cuento de la criada, Margaret Atwood
(Seix Barral, 1987) 

El rojo es el color de la pasión, del miedo, de la violencia. Es un color que asociamos con fuerza y determinación. Siempre ha sido mi color preferido, aunque con la edad empiezo a buscar matices menos agresivos: rosas, púrpuras, granates.

Es un color que durante años me ha ayudado a sentirme fuerte y confiada, a mostrar mi asertividad. Y también a mostrarme agresiva, dura, poco sentimental. Ahora -por fin- puedo ser fuerte y segura sin necesidad de vestirme (tan habitualmente) de rojo, ni de asumir sus características negativas. 

Pero siempre llevaré ese color muy dentro de mi.
 
Finalizo con una canción que refleja la pasión asociada al rojo: amor, violencia, energía, celos... Roxanne, de The Police, en la maravillosa versión de Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), cantada por Tom Waits (aunque no está acreditado en la película)

Roxanne
You don't have to put on the red light
Those days are over
You don't have to sell your body to the night 

martes, 18 de agosto de 2015

Al mediodía





  Montse  
Caminaban hombro con hombro, mucho más juntos de lo permisible entre hombres corrientes, y a veces se tocaban, no deliberadamente, sino como toca un hombre su propio cuerpo, para rascarse o para asegurarse de forma inconsciente de su propia presencia. ¡Qué agradable era sentir el sol verdadero en la cara, en vez de aquel calor húmedo de baño turco! De vez en cuando, levantaban la cabeza para captar el olor de la hierba caldeada, tan parecido al de Drogheda, y soñar un poco que estaban de nuevo allí, caminando hacia un wilga para tenderse a su sombra en pleno mediodía, a leer un libro, a dormitar.
El pájaro canta hasta morir, Colleen McCoullough
(Plaza y Janés, 1985) 

Todos sabemos que el mediodía es cuando el reloj llega a las 12:00 y comienza un nuevo recorrido, hasta las 12:00 de la noche -la medianoche-. No obstante, hoy en día, cuando nuestros ritmos y tiempos no dependen ni del calendario solar ni de la luz o la oscuridad que marcan el día y la noche, cuando las luces artificiales nos permiten estar iluminados a cualquier hora, cuando los relojes ya ni tienen agujas y nos hemos acostumbrado a marcar el tiempo en tramos de 24 horas, el mediodía es casi una entelequia.

Por tanto ¿de qué hablamos cuando hablamos del mediodía? Parece ya una convención que el mediodía es la hora de comer, el momento en el que separamos la mañana de la tarde; es por tanto un término flexible. Así, el mediodía puede ser a las 14:00, o a las 13:30, o a las 15:30, o cuando sea que cada día paramos nuestra actividad para almorzar.

Pero para mi el mediodía implica algo más, especialmente en verano. El mediodía -en los meses más calurosos, en los días de vacaciones- es un periodo largo del día, que invita al descanso y al relax. Incluye no sólo el almuerzo, sino el aperitivo y la siesta, que no necesariamente significa dormir. Ni, por supuesto, ponerse pijama y meterse en la cama (sí, hay gente para todo). 

En las vacaciones de verano me gusta disfrutar de esas horas centrales del día en una terraza, simplemente viendo la vida pasar, disfrutando del sol y -en el mejor de los mundos posibles- de la brisa del mar. Son horas para relajarse y no agobiarse, para sentirnos indolentes, perezosos, para leer o simplemente, para cerrar los ojos, y "disolverse" en el calor del día.

Y sí, lo admito, no todos los días tienen este mediodía, pero ¿no son los mejores mediodías?

Finalizo con una canción de The Kinks, Sitting in the midday sun -Sentado bajo el sol de mediodía- que reconozco que no conocía hasta investigar canciones relacionadas con este tema. Creo que refleja bien esa indolencia de la que hablo a la que nos llevan los mediodías del verano
So I'm just sitting in the midday sun
Just soaking up that currant bun,
With no particular purpose or reason
Sitting in the midday sun.