martes, 18 de agosto de 2015

Al mediodía





  Montse  
Caminaban hombro con hombro, mucho más juntos de lo permisible entre hombres corrientes, y a veces se tocaban, no deliberadamente, sino como toca un hombre su propio cuerpo, para rascarse o para asegurarse de forma inconsciente de su propia presencia. ¡Qué agradable era sentir el sol verdadero en la cara, en vez de aquel calor húmedo de baño turco! De vez en cuando, levantaban la cabeza para captar el olor de la hierba caldeada, tan parecido al de Drogheda, y soñar un poco que estaban de nuevo allí, caminando hacia un wilga para tenderse a su sombra en pleno mediodía, a leer un libro, a dormitar.
El pájaro canta hasta morir, Colleen McCoullough
(Plaza y Janés, 1985) 

Todos sabemos que el mediodía es cuando el reloj llega a las 12:00 y comienza un nuevo recorrido, hasta las 12:00 de la noche -la medianoche-. No obstante, hoy en día, cuando nuestros ritmos y tiempos no dependen ni del calendario solar ni de la luz o la oscuridad que marcan el día y la noche, cuando las luces artificiales nos permiten estar iluminados a cualquier hora, cuando los relojes ya ni tienen agujas y nos hemos acostumbrado a marcar el tiempo en tramos de 24 horas, el mediodía es casi una entelequia.

Por tanto ¿de qué hablamos cuando hablamos del mediodía? Parece ya una convención que el mediodía es la hora de comer, el momento en el que separamos la mañana de la tarde; es por tanto un término flexible. Así, el mediodía puede ser a las 14:00, o a las 13:30, o a las 15:30, o cuando sea que cada día paramos nuestra actividad para almorzar.

Pero para mi el mediodía implica algo más, especialmente en verano. El mediodía -en los meses más calurosos, en los días de vacaciones- es un periodo largo del día, que invita al descanso y al relax. Incluye no sólo el almuerzo, sino el aperitivo y la siesta, que no necesariamente significa dormir. Ni, por supuesto, ponerse pijama y meterse en la cama (sí, hay gente para todo). 

En las vacaciones de verano me gusta disfrutar de esas horas centrales del día en una terraza, simplemente viendo la vida pasar, disfrutando del sol y -en el mejor de los mundos posibles- de la brisa del mar. Son horas para relajarse y no agobiarse, para sentirnos indolentes, perezosos, para leer o simplemente, para cerrar los ojos, y "disolverse" en el calor del día.

Y sí, lo admito, no todos los días tienen este mediodía, pero ¿no son los mejores mediodías?

Finalizo con una canción de The Kinks, Sitting in the midday sun -Sentado bajo el sol de mediodía- que reconozco que no conocía hasta investigar canciones relacionadas con este tema. Creo que refleja bien esa indolencia de la que hablo a la que nos llevan los mediodías del verano
So I'm just sitting in the midday sun
Just soaking up that currant bun,
With no particular purpose or reason
Sitting in the midday sun.

2 comentarios:

  1. Con lo que me gustan los Kinks, y no conocía esta canción, Montse, muchas gracias! :) Y es perfecta para tu entrada, parece que han leído tu blog, jajajja.
    A mí los mediodías que más me gustan son esos (raros) soleados fuera del verano (raros por donde yo vivo sobre todo :D), un día de frío, pero que a mediodía regala unos rayitos de sol que caen justo sobre el sofá de mi salón, ayyy. Sólo por esos momentos me da pereza y miedo mudarme a otro piso :/.

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  2. Yo no conocía a los Kinks; al descubrir esta canción estuve escuchando más canciones suyas y no pasarán a ser mis preferidos, pero alguna sí me gustó. Esta especialmente :-)

    Y gracias a ti <3

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