Por posicionarnos, no
sea que me cojan ustedes des-colocado
Román M.
CADA VEZ MÁS SOLOS.
Solo estamos nosotros, por lo visto,
el sistema solar ya no nos da grandes esperanzas. Júpiter es blando, fluido, no
tiene consistencia para soportar la dura huella del ser humano, en Saturno la
temperatura anda por los 150 grados bajo cero, en Mercurio, el plomo estaría
siempre derretido en la cara que da al Sol; Urano y Neptuno son tan fríos
que los gases familiares solo podrán encontrarse en estado líquido; de Plutón
basta decir que su menor distancia con relación al sol es de cuatro mil
millones y medio de kilómetros; de Venus tampoco podemos esperar mucho y Marte
es nuestra mas reciente desilusión, el planeta rojo, el de los canales misteriosos,
el que inspiro a Bradbury esas asombrosas “Crónicas Marcianas” parece estar tan
muerto como la Luna.
Estamos, pues, solos. A este lado de
la galaxia, en un insignificante sistema solar. Alrededor de “nuestro” sol hay
una corona de planetas cuya única piedra preciosa – azul diamante, verde
esmeralda – es la tierra. El resto son polvaredas, hornos incandescentes y
hielo a montones. Y AQUÍ. Donde la vida fue posible, no pensamos más que en
inventar maneras de igualar en cuanto a aridez, desolación y abandono a los
planetas compañeros.
Bien está que nos divirtamos, que
vayamos a la playa, a la fiesta, al futbol, que esta vida son dos días, y que
quien venga detrás que cierre la puerta. Pero lo más cierto es que dejaremos la
puerta abierta a un vacío infinito de muerte, oscuridad y fracaso.
José Saramago,
De este mundo y del otro
(Editorial
Alfaguara, 2003)
La gran paradoja del ser
humano es que ha sabido llegar a la luna pero todavía no sabe vivir en paz aquí
en la tierra.
Guerra
Guerra
civil
Guerra de
secesión
Guerra
mundial (1ª y 2ª… por ahora)
Guerra
fría
Guerra
ideológica
Guerra de
guerrillas
Guerra
atómica
Guerra
química
Guerra
bacteriológica
LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS
Guerra….
Guerra…. Guerra.
Al fin y al cabo qué
podemos esperar, inventamos antes la ametralladora que la máquina de escribir…
Nos dicen que el cuerno
del rinoceronte es afrodisiaco y los llevamos al borde de la extinción porque
hay gente capaz de pagar una fortuna por esos cuernos. ¡TÍO, CÓMETE LAS
UÑAS!, viene a ser lo mismo, es más barato y no necesitas matar nada.
Bueno, me costará pero, prometo
un poco de optimismo para la próxima. Pero hoy la música (siempre la música) va
acorde a mi estado de ánimo.
Solos a este lado de la galaxia y auto-destruyéndonos, quién puede negarlo. Dicen que el pesimista es un optimista bien informado y quizás así sea, yo digo que ser optimista o pesimista es una elección, una forma de ver el mundo y que cada una de esas visiones aporta algo a la comprensión de la realidad. Nuestra situación, nuestra actitud, nuestro comportamiento justifican la desesperanza. la desolación... también apostar por ver el lado bueno de la vida aún en las peores situaciones como antídoto contra la tristeza existencial, aunque parezca absurdo.
ResponderEliminarCreo que aquí como en tantas otras, el secreto -al menos para mí- está en fluir entre esos dos polos, libremente, para mantener la perspectiva (aunque yo conecto bastante con esta visión), así que ahora -creo- me toca leer lo de Montse...