miércoles, 22 de julio de 2015

Verano


  Montse 
En verano, Anna había fumado maría por primera vez. Una noche, en la playa, un pintor belga y su compañera se habían sumado al grupo de la cala Mongó y habían hecho circular unos cuantos porros. Los había probado. Al principio se había mareado —estaba atemorizada—, pero a la tercera calada todos los músculos de su cuerpo se le habían entumecido con un hormigueo tan agradable que, al igual que los demás, se había puesto a reír de placer. Aquella misma noche, más tarde, había oído hablar de las drogas psicodélicas. Alguien había contado que unos ingleses de Platja d'Aro, que cada noche se dejaban caer por Pachá, ponían música de Jefferson Airplane y, cuando empezaba a clarear, invitaban a los amigos a LSD. Los afortunados bajaban a la playa, a la punta d'en Ramis, y se entregaban a una indescriptible experiencia mística. Por lo visto, durante unas horas habitaban mundos paralelos.
Maletas perdidas, Jordi Puntí
(Salamandra, 2010) 

El verano, esa época del año en la que parece que nos sentimos más libres, más felices, más conectados con nuestro cuerpo, con el placer.

Me gusta el verano -aunque este año, con estas temperaturas tan elevadas, ya estoy renegando de él-; y no sólo porque es la época de las vacaciones o de ir a la playa (viviendo en una isla, donde todo el año tenemos temperaturas suaves, la playa es adecuada en todas las estaciones). Tiene que ver con un estado de ánimo.

El verano es tiempo de despreocupación, de relajarse, de olvidarse de compromisos y obligaciones, de disfrutar. Y no es que no sigan llegando las cuentas del banco, o no haya que trabajar (dónde quedarán esas vacaciones escolares de junio a septiembre), o que nuestra vida no siga adelante con sus circunstancias. A diferencia de cuando éramos niños, cuando las vacaciones de verano rompían con las rutinas de horarios, actividades e, incluso, lugares, en la edad adulta la etapa veraniega es menos rompedora. Estos meses, cuando ya no somos niños, son como todos... o casi.

Para mi el verano sigue siendo la época perfecta para vaguear; para leer compulsivamente; para sentarse en terrazas a ver la vida pasar, mientras te bebes unas cañas; para ir a cines de verano o a la playa al atardecer. Y, ahora, para hacer fotos.

Quizá deberíamos plantearnos el verano como una actitud ante la vida, más que como una época del año. Una actitud que nos permita estar más relajados, más contentos, más despreocupados, más conectados, todos los días del año. Haga o no calor (que se agradecería que no hubiera tanto calor, la verdad)

Para terminar, tres canciones porque no soy capaz de decidirme por ninguna de ellas. Y no tiene sentido imponerse normas restrictivas respecto a tareas que sólo buscan estar bien con una misma. Por tanto, bienvenidas todas las canciones del verano.

La primera, de Fórmula V, Vacaciones de verano. Jamás entenderé cómo podía gustarme tanto el cantante cuando era pequeña, pero así era; me parecía de lo más atractivo y moderno (bueno, para la época, moderno sí lo era, con el pelo largo y los pantalones de campana).


La segunda, también una canción mítica de la época, Un rayo de sol, de Los Diablos. Y a ver quién es el que se resiste a entonar el shalalalala del estribillo.


Por último, y ya más internacionales, In the summertime, de Mungo Jerry, que tiene ese toque hippy y desenfadado tan necesario para una canción del verano.

    

2 comentarios:

  1. La foto del encabezado de tu post es puro arte, amiga! Totalmente de acuerdo! Disfrutemos del verano que es el momento para hacer alguna locura que otra, quitarnos el reloj de la muñeca y vivir! Un besazo y enhorabuena por esta publicación!!

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  2. Gracias Julieta. Y disfrutemos del verano todo el año, aunque truene y haga frío. El calorcito ya lo llevamos dentro. Un beso

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