Montse
Muchos años después, frente al pelotón de
fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una
aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que
se precipitaban por un lecho de piedras pulidas blancas y enormes como huevos
prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre,
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
Círculo
de lectores, 1988
Siempre he admirado a las
personas creativas, que son capaces de dibujar, de escribir, de pintar… Y
siempre he pensado que yo tenía carencias en esa faceta, que –al ser demasiado
pragmática y terrenal, al centrarme en las cosas como son- me faltaba cierta
espiritualidad o sentido de trascendencia para crear cosas nuevas.
Mis amigas me insisten en que sí
soy espiritual (todos lo somos, otra cosa es que seamos conscientes de ello,
que cultivemos esa dimensión o que sepamos integrarla en nuestro yo) y es su
insistencia la que me ha permitido darme cuenta de mi capacidad creativa, en el
sentido tradicional (vinculado a la creación artística) y en un sentido más
global, de pensamiento.
En mi trabajo como profesora me
gustaba buscar nuevas estrategias y dinámicas para hacer llegar el conocimiento
al alumnado; en ocasiones utilizaba herramientas ya conocidas, en otra las
adaptaba y a veces “me las inventaba”. Son esas veces en las que más disfrutaba
de mi trabajo… y creo que mis alumnas y alumnos también
Ahora que llevo casi dos años sin
trabajar he tenido tiempo para reflexionar, para crecer como persona, y para
explorar mi creatividad. La fotografía ha sido uno de los descubrimientos más
enriquecedores, apasionantes y entretenidos de mis últimos años. Con tremendas
carencias de conocimientos técnicos (voy aprendiendo poco a poco) pero con algo
de ojo fotográfico, capacidad de ver
los objetos de otra forma. Y, sobre todo, me apasiona la edición fotográfica,
el poder crear imágenes a partir de lo que has visto, recreando la realidad, no
sólo plasmándola como es.
Me gusta pasear buscando objetos
o personas que fotografiar; y luego dedicar horas a revisar esas fotografías,
decidir si las dejo como están o las retoco para darles una dimensión nueva,
con texturas, colores, jugando con la luz…
Y lo más importante es que con la
fotografía me hago consciente de que siempre he sido creativa. De pequeña,
pintando; luego, inventando historias, dibujando; en mi trabajo, planteando
dinámicas de aprendizaje; en los últimos años, realizando collages y mandalas
para meditar…
Al final, mis amigas tiene razón
en esto –como en otras muchas cosas, soy afortunada por tener amigas sabias- y
ya sí sé que todos somos creativos, incluida yo… Sólo necesitamos reducir
nuestro nivel de exigencia (ser creativo no significa ser artista ni que el
resultado de nuestro trabajo haya de ser perfecto), valorar nuestra creatividad
en la faceta que la desarrollemos (sea música, fotografía, moda, nuevas
tecnologías, repostería…) y disfrutar de lo que hacemos, sea una vez al mes, un
rato cada día o sólo de vez en cuando.
Esta canción, con la que finalizo mi comentario, no es muy conocida; la he elegido por lo que cuenta (recrea un cuento de hadas, aunque es una canción de desamor más). Y David Bowie, con sus cambios de imagen a lo largo de su carrera -incluso cambios de nombre- es un artista que proyecta creatividad siempre
When I live my dream, David Bowie
Creo que quizás como seres humanos nacemos completos en nuestro potencial y que tal vez sea nuestro proceso de desarrollo temprano (que es complejo y diverso y lleno de baches y trampas) el que inicialmente hace que queden aspectos sin explorar... pero siempre podemos volver sobre nuestros pasos y acabar lo que quedó sin terminar y abrir las puertas que quedaron cerradas y atrevernos con aquello que nos pareció imposible...
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